domingo, 17 de enero de 2010

Exabruptos contra la prisa

La adrenalina de la prisa está diluida en congoja.

Aun sin nada concreto que hacer, el hombre de acción ejecuta la pantomima de la prisa, pues con ella debe impresionar en primer lugar su propia imaginación.

Tanta premura quizá no se explica por el ansia de llegar, sino por la urgencia de alejarse de uno mismo.

Los artificios para ahorrar tiempo, para dominarlo, nos tienen demasiado ocupados con su sarcasmo.

Llegar tarde y tener prisa son desatinos engendrados el uno al otro.

Vivir a contrarreloj produce el espejismo de estar alcanzando logros.

La prisa introduce la negación del paisaje, o cuando menos su ubicación en el lado ciego.

A veces basta caminar con suma lentitud para alcanzar la ilusión de que hemos cambiado de camino.

La prisa ha consagrado la moral de la línea recta.

¡Qué lejanas esas épocas en que las distancias se medían por la duración de la pipa del caminante!

Dar rodeos es una forma concupiscente de postergar el desencanto.

3 comentarios:

Frau dijo...

Dar rodeos es esconder el vacío que contiene la henchida rutina.
Pero cómo poder rodear el paisaje y mirar cada minúscula parte con esos ojos de asombro con que vivíamos la infancia.

Saludos.

Javier Mardel dijo...

(penúltimo) ...o por el número de canciones cantadas.

Aunque creo que en algunas aldeas de África -más bien, entre ellas- hoy día sigue siendo así.

[Oye, la palabra de verificación que me tocó para dejarte este comentario es "prepitio". ¿Qué será?]

Gustaf dijo...

"Dar rodeos es una forma concupiscente de postergar el desencanto."esta frase me encanto