Era una de esas consultas de rutina,
la boca abierta, la luz inquisitiva,
y el ruido del taladro
como una prefiguración del dolor.
Tal vez era mi baba burbujeando
o esa atmósfera de asepsia demencial
en que todo parece rendirse
al dios del cloro,
pero el caso es que allí entendí
de golpe (mientras un grito imaginario
hacía estallar los matraces, las jeringas,
el florero de la recepcionista),
que él no luchaba contra el sarro,
no combatía la muerte ni siquiera
bajo la forma ladina de las caries,
sino que era su sombra, su sonriente emisario:
con qué tesón sacaba brillo a los molares,
qué minuciosidad para pulir mi calavera.
3 comentarios:
Ojalá pueda usted especificar en qué librerías podemos encontrar su libro (no aparece en el catálogo (internet) de las más famosas). ¿Es que aún hemos de esperar unas semanas?
Me parece que en las librerías "de prestigio" (y también en las de ya no tanto).
Según entiendo el libro está ya circulando en estos días.
recien te reencontre para disfrutar de tus textos.
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